Hoy, 10 de octubre es el Día Mundial de la Salud Mental.
Parece que desde hace unos años la salud mental comienza a tener la importancia que merece en la sociedad. No obstante, aún estamos lejos de normalizar el cuidado de nuestro bienestar emocional ya que, muchas veces, la salud mental queda oculta detrás de la física.
Son varias las ocasiones en las que oímos a diferentes personas comentar ciertos síntomas acordes con una problemática psicológica o una falta de gestión emocional desde la ignorancia de estos síntomas. Es decir, nos estamos acostumbrando a vivir con condiciones que nos complican la vida. Desde un ritmo de vida frenético que favorece la ansiedad a unas exigencias elevadísimas que, frustradas, pueden desembocar en depresión.
Si bien tendemos a creer que tener una analítica perfecta es indicativo de estar sanos, nunca valoramos cómo nos sentimos psicológicamente. En este punto tiene relevancia mencionar que, según la OMS, la salud es “aquel estado de completo bienestar físico, social y emocional”. En un escenario ideal, nadie se avergonzaría de recurrir a un especialista para pedir ayuda ante un estado de ánimo depresivo. Parece que no tener estrategias suficientes para gestionarlo solo es sinónimo de debilidad, mientras que nadie ve débil a quien recurre al hospital para ponerse una escayola, siendo ambos imprescindibles para resolver la problemática.
En la salud mental, la detección e intervención temprana puede hacer que no se produzca el “efecto bola de nieve” y que el problema comience a solucionarse en vez de crecer. Cuanto antes se acude a consulta, menor es la interferencia del problema en la vida diaria y mejor evolución tiene.
Por ello, en la infancia es especialmente importante cuidar la salud mental, puesto que este periodo del desarrollo es el más vulnerable. Una infancia sin salud mental puede conllevar problemas a lo largo de toda la vida de una persona. Y en estos casos, el interés y valoración de los adultos que rodean a los niños que están pasando dificultades es lo que permite que ellos puedan recibir una atención temprana, ya que no tienen voz ni conocimiento de sus síntomas para pedirla por si mismos.
10 señales de que la salud mental de un niño puede estar afectada:
- Problemas de sueño: pesadillas, terrores nocturnos, insomnio, etc.
- Cambios en la alimentación: pérdida o ganancia de apetito repentina
- Irritabilidad
- Agresividad: la agresividad puede manifestarse de forma verbal o física.
- No respeto de las normas
- Miedos irracionales
- Enuresis o encopresis: pérdida del control de esfínteres cuando ya se había adquirido
- Bajada del rendimiento académico
- Aislamiento social
- Berrinches aparentemente injustificados