Desobediencia: a qué se debe y cómo lidiar con ella.
Uno de los motivos de consulta más frecuentes que recibimos en la clínica cuando los padres llegan por primera vez es el mal comportamiento en casa.
En muchas ocasiones, los niños parecen ser personas diferentes en casa y fuera de ella. Quizá os sintáis identificados con aquellos que nos dicen que nadie les cree cuando afirman que su hijo o su hija se porta mal, no respeta su autoridad o les falta al respeto, porque de puertas para afuera es muy bueno y siempre obedece.
¿Qué está pasando en estos casos?
Muchas veces escuchamos que los niños con mal comportamiento son maleducados, pero esto es un comentario injusto hacia los padres. En la mayoría de los casos, son niños que están recibiendo una buena educación, pero la manera de transmitirla no es la más adecuada para ellos, y ante esta confusión, están probando a sus padres.
¿Por qué puede estar pasando esto?
Un mal comportamiento en casa (aunque se dé un buen comportamiento fuera de casa) puede deberse a una educación demasiado autoritaria o demasiado permisiva.
Cuando la educación es muy autoritaria, los niños tienen demasiadas normas en casa y siempre reciben comentarios negativos. En estos casos pueden presentar lo que en psicología llamamos reactancia, y lo que comúnmente se traduce en desobediencia. La reactancia es la reacción emocional que tenemos cuando sentimos amenazada nuestra capacidad de decisión, lo que nos hace tener mayor voluntad de llevar a cabo nuestra decisión, haciendo aquello que nos están negando.
Por otro lado, como comentábamos, el mal comportamiento o la desobediencia también puede deberse a una educación demasiado permisiva, donde los límites no son claros y las consecuencias que se advierten no siempre se cumplen. Los límites son importantes para que los niños aprendan a diferenciar lo correcto de lo incorrecto, y es fundamental que existan. A través de ellos, se ponen a prueba a sí mismos y ponen a prueba a los adultos, aprendiendo así a valorar la importancia que pueden llegar a tener.
Cuando los límites no son claros, o son excesivos, encontramos la misma conducta. Los niños se rebelan, intentan salirse con la suya porque no tienen clara la importancia de las órdenes que reciben, y empiezan a perder el respeto a la autoridad. Esto es, desobedecen y tienen un mal comportamiento, que para los padres en la mayoría de las ocasiones es muy difícil de gestionar.
Nuestra recomendación como profesionales es instaurar límites en casa: concretos, claros y los justos y necesarios para crear un buen clima de convivencia. Cuando a los niños les tratamos bien, responden bien. Pero ojo, no debemos confundir un buen trato con un trato permisivo o flexible. La firmeza y el cariño son totalmente compatibles.